La desdicha de ser un profe que vive por hora |
Educación
Alejandro Gómez Valencia Internet Hay personas en Medellín a las que apodan Circular Sur. Son profesores de cátedra que en un mismo semestre dan clases en cinco instituciones universitarias y por eso el nombre de la ruta de buses con extenso recorrido por la ciudad. No serían pocos los que comparten ese remoquete porque cerca del 80 por ciento de los docentes universitarios de la región están contratados por horas cátedra y no vinculados. Es decir que van a las instituciones a dictar la hora de clase y luego se van. El porcentaje lo calculó Jorge Aristizábal, miembro del Comité Directivo de la Federación Nacional de Profesores Universitarios (Fenalprou). El profesor manifestó que mientras el Gobierno Nacional estima que de los 110.000 docentes del país el 70 por ciento son de cátedra, el dato podría llegar a 80. El porcentaje es similar en Medellín y eso podría ser preocupante si se tiene presente que el gremio se queja porque son mal pagos, no tienen incentivos para capacitarse, ni representación en los planteles, sean públicos o privados. Ramiro H. Giraldo, es presidente de la Asociación de Profesionales Docentes de Cátedra (Aprocátedra), una organización formada en la ciudad a finales de 2009 en pro de los derechos de los profesores de cátedra, ocasionales o de planta. El mismo Giraldo es docente de cátedra hace unos doce años en la Universidad de Antioquia y explicó que en la institución hay escalafones de los que dependen los pagos por la hora de clase. El rango estaría entre los 12.000 y los 25.000 pesos. Los valores, que son similares en instituciones públicas y privadas, no invitan a la capacitación. Así lo cree un docente de cátedra de una institución privada de Medellín. Tiene dos posgrados que consiguió en Estados Unidos más experiencia laboral, regresó a la ciudad y empezó a dictar una clase por la que le pagan 32.000 pesos la hora. Este profesional invierte dos horas en preparar la cátedra, otras dos en la logística de las evaluaciones y se pregunta si con el pago que recibe hay incentivos para mantenerse actualizado y entregar mejor conocimiento a sus estudiantes. El pago es injusto a la luz de los cálculos que hizo el docente. Si cada estudiante paga seis millones de pesos por matrícula cada semestre para ver seis materias, eso significa que cancela un millón para ver un curso. Como el profesor tiene cien estudiantes en su clase eso quiere decir que la U recibe cien millones y a él solo te tocan cinco. Otra forma en que el porcentaje de este tipo de vinculación puede afectar la calidad en la formación es más operativa. Jorge Aristizábal explicó que un docente de cátedra da la clase y se va, sin posibilidad de que pueda atender asesorías o inquietudes por fuera de las clases. En algunas instituciones, por ejemplo, los de planta reciben cursos de capacitación en pedagogía, que a los de cátedra no les ofrecen. Eso influiría en la calidad, que, según Aristizábal, afectaría más a los pregrados porque es en esa área de formación donde se concentran los que tienen ese tipo de contratación. Los profesores de tiempo completo, generalmente, están vinculados a cargos administrativos, coordinación de proyectos o investigación y no tanto a dictar clases. El problema para los de cátedra es que en varios casos no tienen representación. Ramón H. Giraldo, por ejemplo, se quejó porque a pesar de que esos docentes son cerca de 6.000 en la U. de A., frente a 1.300 de planta, no tienen representantes en los órganos rectores. Con la idea de cambiar esa situación en la que Giraldo dice que están fuera de los espacios democráticos y con los derechos vulnerados, se creó Aprocátedra, principalmente con profes de la U. de A. y el Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid. El asunto es que en las asambleas con mayor convocatoria no se superan los cien asistentes. Así las cosas, la calidad educativa podría estar en un sector donde la claridad en datos no es la más alta. |
Un caso más de Corrupción Ordenan captura internacional de Alvaro Jose Lloreda Caicedo y Otro Se buscan los Lloreda A mediados de diciembre pasado y en una pomposa ceremonia se llevó a cabo un publicitado matrimonio en Miami. Hacia las seis de la tarde, en la mansión del edificio Santa María de la Ciudad del Sol, contrajeron nupcias Carlos Jaramillo Madero y Marjorie Silebi Montero. Al evento asistieron más de cien invitados del jet set del sur de la Florida, y al son de las copas y un acreditado DJ, dos hombres de negocios condenados por la justicia en Colombia dentro del sonado escándalo de Foncolpuertos disfrutaron el evento. Se trata de los empresarios Álvaro José Lloreda y su hijo Jorge Alberto Lloreda Garcés, quienes fueron condenados el 28 de febrero de 2007 por el juez segundo de Descongestión de Penas de Bogotá. El operador judicial los sentenció a una pena de nueve años y medio de cárcel y una multa de $13.000 mil...
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